Título original: The happening.
Nacionalidad: USA e India.
Año: 2008.
Duración: 91 min.
Dirección: M. Night Shyamalan.
Guión: M. Night Shyamalan.
Intérpretes: Mark Wahlberg (Elliot Moore), Zooey Deschanel (Alma Moore), John Leguizamo (Julian), Betty Buckley (Sra. Jones), Ashlyn Sanchez (Jess), Spencer Breslin (Josh), Robert Bailey Jr. (Jared).
Producción: Sam Mercer, Barry Mendel y M. Night Shyamalan.
Música: James Newton Howard.
Fotografía: Tak Fujimoto.
Montaje: Conrad Buff.
Diseño de producción: Jeannine Oppewall.
Debe haber un problema grave de comunicación entre Shyamalan y su productora: de otro modo no se entiende que se empecinen una y otra vez en sacar tráilers que poco tienen que ver con el resultado final de la película. Y no es cuestión de que el largometraje acabe siendo mejor o peor, sino que rara vez tiene algo que ver con sus anuncios previos. Con todo, el director hindú se las ha apañado para presentarnos sorpresas tan agradables como La joven del agua, pero desgraciadamente, este no es el caso.
El incidente cuenta cómo, sin motivo aparente, una ola imparable de suicidios amenaza con exterminar a todo ser humano. Como no están muy por la labor de formar parte de las estadísticas, Elliot Moore (Mark Whalberg), profesor de Ciencias de un instituto, y su mujer, la peculiar Alma (Zooey Deschanel), intentan huir de la “epidemia” junto con un amigo de ambos, el también profesor Julian (John Leguizamo) y su hija de ocho años, Jess (Ashlyn Sanchez).
La cosa arranca con indudable fuerza: antes incluso de la presentación de personajes, uno ya está metido de lleno en el meollo del asunto. Lo malo del asunto es que, quitando dos o tres escenas más de impacto, eso es el clímax de la cinta, algo imperdonable en un thriller. Y eso a pesar de que la amenaza cada vez está más presente y es más imprevisible para los protagonistas, señal de que algo está mal gestionado.
Desde luego, hay momentos de tensión bien gestionados, que Shyamalan ante todo, es un buen director, pero luego se suceden tantas frases de diálogo ridículas y tantas situaciones extrañas con personajes en absoluto creíbles, que es difícil no salirse la película. Es más, de no ser por la (en mi opinión, innecesaria) explicitud de alguna muerte violenta, sería difícil tomarse en serio muchas cosas que ocurren en pantalla. Quizás por la falta de subtramas, algo raro en el cine del hindú, Shyamalan introduce un conflicto en la pareja protagonista, que no sólo es forzado y artificial, sino que luego no tiene un verdadero peso en el desarrollo del filme, y desaparece tan rápidamente como había aparecido.
Pero sin duda, el mayor lastre de El incidente se deberá a la filmografía previa de Shyamalan. Y es que, incluso yendo sobre aviso, muchos esperarán que el final se destape con un giro inesperado que consiga llevarnos a una reinterpretación de lo sucedido. Pero no existe. En serio. Elliot no está muerto, ni vive en un bosque (por suerte para él), ni nada parecido. No hay una sorpresa. Y aunque algo así no salvaría la película, quizás no la hiciese tan anodina, tan plana, tan carente de profundidad en su desarrollo.
El incidente no es un desastre tan mayúsculo como la han pintado en algunos medios, pero sí carece de interés real, y sus numerosos defectos, junto con actuaciones espantosas (Zooey Deschanel es un horror, y bastaría una escena suya para echarlo todo por tierra) hacen que verla, sin ser un suplicio, parezca no merecer la pena. Aunque al menos esta vez Shyamalan no interpreta ningún papel. Para que no recordemos bien su cara, me imagino.
Valoración: regular.
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